miércoles, 18 de mayo de 2011

Palabras de Máximo González Jurado en la Cumbre Mundial Médico-Enfermera


CONSEJO GENERAL DE ENFERMERÍA
 Madrid, 15 abril 2011






En el año 1986 tuve el orgullo y la satisfacción de participar, de la mano de nuestro querido y recordado, ministro Ernest Lluc,  en la elaboración de una Ley que todos ustedes conocen y recuerdan, porque resultó ser el origen genuino de este Sistema Nacional de Salud del que, no por más repetirlo,
podemos sentirnos más orgullosos  cada día y más celosos a la hora de “cuidarlo con verdadero esmero”. 

Los enfermeros, que nos caracterizamos por cuidar de las personas, de las familias y de la sociedad, queremos ser especialmente cuidadosos con este Sistema sanitario con el que nos hallamos verdaderamente comprometidos. 

Y como cuidar, para nosotros, no es otra cosa que “dar vida”, no vamos a permitir que se pongan en cuestión sus principios básicos, su equilibrio ni su sostenibilidad futura. Precisamente los principios rectores del Sistema Nacional de Salud, unidos a la calidad y compromiso de los profesionales que
en él prestan su servicio, hacen que se nos reconozca como el séptimo país del mundo en eficiencia sanitaria y en el ranking mundial del conjunto de los indicadores de salud más positivos.

El Estado de Bienestar pivota, se comprende y se aprecia por los propios ciudadanos, en gran parte, por la bondad de la  asistencia sanitaria. La educación, las pensiones o la dependencia son otros elementos no menos importantes pero que, en ningún caso alcanzan los niveles de satisfacción y
calidad percibida que obtiene la sanidad española, en la mayoría de los casos, con una inversión, proporcionalmente inferior, a los restantes pilares de ese mismo Estado del Bienestar.

Cuando nos acercamos a esas encuestas de satisfacción, y los datos más recientes del observatorio sanitario los presentó ayer la Sra. Ministra, constatamos con orgullo como, precisamente, médicos y enfermeros alcanzamos las más altas y favorables  valoraciones por parte del conjunto de la ciudadanía cercanas al 90%. De un modo u otro se trata de profesionales extraordinariamente cualificados y fuertemente comprometidos, por vocación y por sentido de la responsabilidad,  con el Sistema y con las necesidades de salud.

Se trata, en definitiva, y esto es la esencia de este Sistema Sanitario, que nuestra ministra a veces califica, de “verdadera joya de la corona”..., se trata digo, de “personas cuidando a personas”.

Fíjense que la definición parece sencilla, y lo es. 

Nuestro Sistema Sanitario tiene como esencia el estar constituido por, “personas que cuidan a personas”. 

Y, a partir de aquí, podemos y tenemos la obligación todos –digo todos-  de construir la arquitectura necesaria para dar soporte, con aquellos principios básicos de la Ley General de Sanidad, a quienes por su profesionalismo; la sociedad les confía esa labor constitucionalmente  protegida de, garantizar su
derecho a la salud. Unos principios que, en época más reciente han sido renovados y consolidados en la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud.

Universalidad, equidad, accesibilidad, gratuidad o solidaridad son, pues,  valores irrenunciables que las Organizaciones Colegiales de médicos y enfermeros seguiremos protegiendo por encima de cualquier crisis presente o futura,  ya sean estas de índole económico o, como afirman muchos, crisis de valores.

Esta alianza,  centrada en nuestros fuertes vínculos con nuestros pacientes está protegida, garantizada y se sustenta en un ordenamiento deontológico, en una formación a lo largo de la vida, que permite y obliga a los profesionales  a actualizar sus conocimientos, en sintonía con el desarrollo de sus respectivas disciplinas, y que evalúa y certifica de forma periódica eso que denominamos  “competencia profesional continuada”.

Para los profesionales de la salud, no sirve apelar a una competencia obtenida con nuestra titulación universitaria de base, sino que, se nos exige renovarla, como garantía de que somos merecedores de esa confianza que los ciudadanos depositan en todos y cada uno de nosotros. Una relación que
además, ya no es asimétrica, como lo era, por el paternalismo característico de otros tiempos, sino que es absolutamente simétrica, gracias a ese principio que se incorpora ahora con toda fuerza, de autonomía del paciente.

Unas profesiones fuertes precisan de unas organizaciones colegiales que garanticen los derechos de los pacientes, regulados en la Carta Universal de los Derechos Humanos y en la Ley de Autonomía del paciente, entre otras.

Una profesión fuerte es aquella en la que sus profesionales poseen los conocimientos, las habilidades y las actitudes necesarias para su ejercicio cualificado y de verdadera excelencia. Y ese anhelo ha de pasar, por la existencia de mecanismos que hagan posible  esa regulación y esa autorregulación. 

Permítanme poner un ejemplo.

Muy recientemente y tengo el orgullo de decirlo porque fuimos la primera profesión que llevó a cabo este trabajo y con la satisfacción añadida de haber presidido el grupo de expertos europeos que lo efectuó, la Enfermería europea aprobó su Código Ético y Deontológico. De esta manera se daba
cumplimiento al mandato que la Directiva de Servicios realiza, para que los gobiernos, insten a la elaboración de estos códigos de conducta por parte de los Colegios Profesionales.

Algo que está  igualmente recogido en nuestra Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias. 

Hemos tenido la satisfacción de ser felicitados por esta iniciativa desde la propia Comisión de la Unión Europea. 

Un ordenamiento deontológico que se basa en la Carta de Derechos Humanos de Naciones Unidas, desarrollando esos derechos que nos asisten a todos en materia de salud. Un ordenamiento, a su vez, que establece cuales han de ser las buenas prácticas enfermeras en toda Europa para hacer posible, por
ejemplo, la puesta en marcha de la recientemente aprobada Directiva de Salud
transfronteriza.

Y ese código deontológico que nos vincula a todos y que sirve de base a los respectivos códigos nacionales, tiene como finalidad, garantizar la seguridad y la protección de las personas que reciben cuidados de enfermería en Europa, instruyendo a las organizaciones nacionales de sus Estados miembros  sobre los principios fundamentales que deben tener en cuenta en la
elaboración de su código ético y deontológico.

Y, a su vez,  estos principios-clave son, entre otros:

• Derechos humanos
• Acceso equitativo a una atención sanitaria de calidad
• Calidad y excelencia de la práctica profesional
• Honestidad e integridad
• Derecho a la información y al consentimiento informado
• Confidencialidad,  trabajo en equipo

Es decir. Que toda la profesión está sometida al respeto de un conjunto de
valores que, más allá de sus conocimientos y habilidades, nos convierten en profesionales excelentes. Nos convierten de buenos profesionales, en profesionales buenos.

Y fíjense que marco el énfasis en la expresión “toda la profesión”. ¿Cómo entender que una profesión sanitaria estuviera escindida entre aquellos  de sus miembros que han de respetar unos principios y unos valores y otros que,  no quedarían sujetos a ellos?

Afortunadamente, todas las experiencias internacionales que estamos escuchado a lo largo de este día intenso de trabajo, ponen de relieve, que la realidad en Europa y en el resto de los países del mundo es absolutamente la contraria. El favorecimiento de unas organizaciones reguladoras fuertes,
solidas y comprometidas con las personas y con los sistemas sanitarios.

Esto es precisamente lo que, en el mes de julio del pasado año nos llevó a la Organización Médica Colegial y a la Organización Enfermera Colegial a firmar, en presencia de la ministra de sanidad, un  pacto por la sanidad que ustedes ya conocen y que seguimos manteniendo y reiterado a la actual Ministra. Un pacto que quiere salir al paso de los factores que amenazan la sostenibilidad de nuestro Sistema Nacional de Salud. Entre ellos:

1. La crisis económica
2. El déficit de recursos humanos
3. El envejecimiento de la población
4. La cronificación de las enfermedades
5. El alto coste de las nuevas tecnologías
6. La mayor exigencia de los ciudadanos
7. El uso racional de los recursos diagnósticos y terapéuticos

Un posicionamiento que llevamos a cabo  como profesionales comprometidos éticamente, esto es, comprometidos con lo que hacemos individual y colectivamente, con lo que cada ser humano es y necesita en términos de salud a lo largo de la vida, y con nuestro Sistema Sanitario.

Un pacto que quiere expresar nuestro deseo de  vertebrar esta responsabilidad garantizando nuestra imparcialidad, nuestra independencia y –como no- nuestro secreto profesional, tal y como queda claramente establecido en la directiva de servicios.

Nuestro compromiso no es otro que el reforzamiento permanente de esa gran alianza con nuestros pacientes y con nuestro Sistema Nacional de Salud, la posibilidad de llevar a cabo un ejercicio racional de nuestras respectivas profesiones, y contribuir así, a la sostenibilidad de nuestro Sistema Nacional de Salud. Esa, y no otra,  es nuestra razón de ser como profesionales.

Asimismo queremos reforzar la competencia profesional con la atención primordial al ámbito que ya he señalado de, los principios y valores dirigidos a algo tan necesario como lo es, la humanización creciente de nuestros servicios de salud.  

Hay quienes nos instan a los Colegios Profesionales a ser más atractivos, a prestar más y mayores servicios de todo tipo, a resultar –si me permiten decirlo así- más simpáticos a los miembros de la profesión que representamos. Y, ciertamente, podríamos optar por ese modelo… pero estaríamos siendo poco respetuosos con la finalidad misma de nuestras respectivas organizaciones. 

No debemos ni queremos ser especialmente simpáticos. Queremos garantizar a los pacientes sus derechos y su seguridad clínica. Calidad y seguridad. Y, por ello, resultaremos gratos a quienes comparten estos fines que son la mayoría de los buenos profesionales y podemos resultar
verdaderamente “odiosos” para aquellos otros, minoritarios, que no estén a la altura de las circunstancias, de unas profesiones reguladas tan dignas y humanas como lo son las de médicos y enfermeros.


Porque el escenario en el que nos movemos hoy genera inquietud y no poca desolación. Estamos escuchando voces que invitan a drásticos recortes en las prestaciones sanitarias. Voces que señalan la necesidad de disminuir prestaciones, retirar recursos sanitarios, incrementar las listas de espera y un largo etcétera que puede llegar a poner en cuestión, muy seriamente, la calidad de los servicios sanitarios y la seguridad de las personas a las que ampara nuestro –hasta hoy- envidiable sistema de salud.

Y estamos y seguiremos estando absolutamente comprometidos con ese gran reto ético de la sostenibilidad. Pero no a cualquier precio. 

Hace muy poco tiempo, desde nuestro Observatorio enfermero realizábamos una encuesta a nivel de todo el Estado, en la que se preguntaba a los enfermeros, su nivel de acuerdo y/o desacuerdo con el recorte del 5 por ciento efectuado en sus salarios. La respuesta fue unánime en estos términos:
“Estamos de acuerdo en la medida en que ese ahorro sirva para mantener y preservar la calidad de nuestro Sistema Nacional ded Salud y la seguridad de los pacientes.”

¡Personas que cuidan de personas!

Velar por ello es el horizonte, el punto de partida y la meta de nuestra labor como profesionales y como Organizaciones colegiales.

Una tarea de esta envergadura solo es posible si se dan las bases necesarias para ello. La primordial ha de ser, que nuestras organizaciones colegiales gocen de la autoridad necesaria ante todos los miembros de la profesión para poder garantizarles estos servicios.

Quiero expresar públicamente que la naturaleza de las organizaciones colegiales, constituye en el mundo entero, la mayor garantía, entre otros, para:

• Proteger la salud
• Garantizar la seguridad de las personas
• Garantizar el buen funcionamiento del sistema sanitario
• Garantizar las mejores prácticas y la competencia profesional continuada

Señores médicos y enfermeros: sigamos construyendo juntos la sanidad de excelencia que hoy recae, en buena medida, sobre nuestros hombros.

Señores pacientes: queremos garantizarles que dedicaremos todos nuestros esfuerzos a mantener y revalidar la confianza que han depositado en nosotros

Señora Ministra. Mientras nos permitan realizar nuestro trabajo los ciudadanos podrán seguir estando tranquilos.

Puede usted y el Sistema Nacional de Salud seguir confiando en los médicos y en los enfermeros y en sus colegios profesionales. Tenga Ud. La seguridad de que no le vamos a fallar.

Desde ese ánimo de cooperación y de defensa absoluta de los intereses de los ciudadanos y, a través de ellos, de los profesionales a los que representamos, quiero expresar mi deseo y mi convicción de que, también en esta ocasión,  todos sabremos estar, como siempre, a la altura de las circunstancias.

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